En verdad, no se trata de una secuela de las desventuras del siniestro Michael Myers, ya que solo toma el título de las películas anteriores. En esta historia, las pesadillas cobran vida cuando un demente y dueño de una tienda de juguetes, Conal Cochran, comienza a producir unas máscaras que transforman las almas y los cuerpos de los niños en criaturas demoníacas.