Con motivo del octavo aniversario de su hijo Gaby, Tom le obsequia accidentalmente un libro que, para su sorpresa, está repleto de páginas vacías. Al ver la desilusión de Gaby y para no defraudarlo, Tom decide hacer creer que es un libro mágico: basta con anotar sus sueños en él para que se materialicen. De esta manera, Tom, lleno de emociones, se esfuerza al máximo para cumplir los anhelos de su hijo, por más extravagantes que sean.