En 1895, Oscar Wilde (1854-1900) se encontraba en la cima de la fama literaria en Londres, mientras que Bosie Douglas, descendiente del célebre marqués de Queensberry, mantenía una relación amorosa con él. Tras ser acusado y sentenciado por ofensa a la moral pública, Wilde fue encarcelado durante dos años y obligado a realizar trabajos forzados. Al recuperar su libertad, decidió dejar Inglaterra y establecerse en Francia, donde viviría sus últimos años atormentado por los recuerdos, la miseria y una profunda melancolía.